Pasar al contenido principal

Artigo de opinión na Voz de Galicia do Presidente do CPEIG

Logotipo La Voz de Galicia

Resulta muchas veces llamativo cómo ciertos términos acaban siendo identificados con connotaciones negativas totalmente alejadas de su concepción original. Un ejemplo lo tenemos en la palabra "hacker", injustamente denostada, principalmente por los medios de comunicación, al identificar a aquellas personas que se infiltran en ordenadores ajenos con intenciones nada amistosas.

Facebook, una de las empresas más poderosas en la actualidad y de la que se podría afirmar que está cambiando los hábitos de relación y comunicación de las personas, está a punto de salir a Bolsa. En la presentación corporativa a los posibles inversores para la oferta inicial de acciones, su fundador, Mark Zuckerberg, hace una defensa a ultranza de los hackers en su manifiesto The Hacker Way. Allí retrata a estos como personas con un afán infinito por la mejora, que nunca dan algo por totalmente completo, defensoras radicales de las mejores ideas (y las ejecuciones que llevan a ellas), por encima incluso de las personas.

Este enfoque, llevado a constituir una verdadera cultura empresarial, persigue una mejora continua a través de la asunción de riesgos de modo incesante buscando, en palabras de la propia empresa, "hacer el mundo más abierto y conectado, creando valor real en todo lo que hacen". El éxito, con más de 800 millones de usuarios, parece darles la razón.

Aguardemos también un trato similar para otros calificativos peyorativos que se emplean en el ámbito informático, como "piratas". Los verdaderos piratas son los que todos conocemos, en especial en nuestra comunidad, y que se dedican a asaltar a mano armada barcos en costas como la de Somalia. No podemos consentir que se aplique el mismo adjetivo a los internautas, máxime cuando la ley dice que no lo somos en absoluto.